Más sabe el zorro por viejo...
El abuelo ya
se temía que algo no iba bien cuando vio entrar en casa, abatido, a su nieto de
10 años.Lo conocía desde que era un renacuajo y sabía que algo le pasaba.
-¿Qué te pasa hijo? Preguntó
el abuelo con una voz dulce y tranquilizadora.
- En la escuela me llaman
bicho raro y dicen que no soy normal -dijo el chiquillo acercándosele vacilante.
-¿Y eso por qué?
-Po…po…porque a…a veces me
gusta saltar a la comba con las niñas de mi curso y jugar con ellas - sollozó
el niño con lágrimas en los ojos.
-¿Y por qué te resulta tan
vergonzoso? A veces somos las personas distintas y nuestros gustos las que
hacen que nuestra sociedad funcione y prospere. Cada uno tenemos un papel
esencial en las vidas de los demás. ¿Qué horror sería si todos fuéramos iguales!
La mueca de la cara del niño
hizo ver al abuelo que no conseguía convencerlo.
-Si no lo crees, encantado
estaré de contarte la historia de un chico que era más o menos de tu edad al
que le sucedió algo parecido.Todo comienza en un pequeño pueblo, situado en un
valle entre dos montañas.
El niño salía
de la escuela seguido de un grandote niño pelirrojo acompañado de tres chicos.
Parece ser que estos se divertían tirándole piedras al chavalín y gritándole
todo tipo de sandeces e improperios mientras este seguía caminando sollozante.
Todos los días llegaba a casa lloroso y abatido. Su padre no soportaba que no
se enfrentara a ellos y le abroncaba.
Hasta que un día, harto de todo lo que le sucedía, decidió escaparse al bosque,
aunque alguna vez miraba hacia atrás durante la marcha debatiendo en su mente
si era buena idea, ya que durante la noche, emergían todo tipo de criaturas de
entre las sombras y podían atacarle, e incluso matarlo. Pero, al menos no le
harían ni la mitad de daño que le habían ocasionado su familia y compañeros.
Prefería el daño físico a las burlas. Pero cegado por la decisión de marcharse
del pueblo, no se dio cuenta de por dónde iba, así que se perdió. Minutos más
tarde llegó a la orilla de un inmenso lago en las faldas de una montaña, al que
la plateada luz de la luna llena primaveral inundaba. Se acurrucó bajo un árbol
y empezó a pensar en todo lo que había dejado atrás y cómo se tomaría su padre
su marcha.
- ¿¡¿¡Por qué
no me dejarán en paz!?!? Se lamentaba el niño.
- Porque
detectan tu miedo….
-¿¡Quién está
ahí?! ¡Sal y da la cara cobarde!
De entre las
sombras salió un viejo zorro, mostrando media sonrisa. Éste se le acercó
lentamente. Aunque el niño, atemorizado, retrocedía gateando, pero sinapartar
la vista del animal.
-Y lo dice el
niño que huye de sus problemas escondiéndose como una vulgar rata, sin ni
siquiera haberse enfrentado a ellos...
¿Quién es el cobarde ahora?
El
niñocontemplaba atónito al animal.
-¿Cómo puedes
hablar?
-
Jeje…-vaciló el zorro- ¿De verdad quieres saberlo? Respondió el zorro con una
mirada punzante y un tono severo, el niño negó moviendo la cabeza de lado a
lado.
Y tras largas
horas de charla y jugueteo, los dos se acurrucaron juntos para pasar la noche.
Y así pasaron largos mesesde amistad y el niño empezaba a confiar plenamente en
el zorro y juntos emprendieron todo tipo de viajes, de los cuales el niño
aprendía valiosas lecciones. Una vez, le quitó la nuez a una ardilla porque
estaba realmente hambriento, inmediatamente la ardilla saltó sobre él y empezó
a arañarle y mordisquearle hasta que finalmente consiguió su preciada nuez.
El noble
zorro, mientras esto sucedía, observaba los hechos sonriendo de vez en cuando.
Cuando este contratiempo cesó, el niño miraba al zorro con cara de asombro y,
enseguida, éste se lo explicó:
-¿Lo ves?
Aunque eres mucho más grande que ella, ha peleado por lo que es suyo sin
importarle el tamaño de su oponente, en éste caso, tú. Ha defendido lo que consideraba justo-la nuez
era suya y no era justo que se la arrebataras- y eso ha sido suficiente para controlar
su miedo y enfrentarse a ti.
El niño
permaneció pensativo un buen rato. El zorro respetó su silencio dándose cuenta
de la importancia del de lo que estaba sucediendo.
-Creo que ha
llegado el momento de que regreses a tu hogar, con los tuyos; ya has aprendido lo suficiente como para
afrontar los problemas que te llevaron a perderte en el bosque.
El niño
aceptó, sabía que el zorro tenía razón. Llegados al puebloel día siguiente, el
niño llevaba al zorro por una serie de callejuelas para ir a su casa. En cuanto
en frente de ésta se situó, el niño se giró para indicarle al zorro que ya habían llegado, pero el zorro
no estaba, cosa que no preocupó demasiado al niño ya que creía que había
regresado al bosque. Comenzó Septiembre y con él las clases y los insultos de
los compañeros. Al ver la cara de desprecio de aquel grandote pelirrojo cuando
le llamó “bicho anormal” recordó el semblante decidido de la ardilla en el
bosque y aquello del olor del miedo. Esto le ayudó a armarse de valor y al fin,se
enfrentó a él:
-¿¡Qué
problema tienes conmigo!?
-¡Que eres un
bicho raro! -le respondió con una risita de superioridad.
- Te recuerdo
que tu casa es contigua a la mía y veo todo lo que haces en el jardín por las
tardes… ¿Quieres que todos lo sepan? ¿Eh, es eso lo que quieres? ¿Que se
enteren? Cada uno es como es y es obligación de los demás respetarlo.
El chaval,
con las mejillas encendidas de vergüenza, se giró y les hizo un gesto a su
grupito de que debían irse, y éste se marchó con ellos.
-¿Enserio
abuelo? ¡Qué niño más valiente!, quiero ser como él.
- Tranquilo, te pareces más
a él de lo que crees…señaló el abuelo.
Y el niño lució una gran
sonrisa en el rostro, y a esta, la sucedió la del abuelo, que quedó complacido
por haber ayudado a su nieto.
No obstante, pensó que su
nieto necesitaría de él algo más que sus historias.
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