(Es de noche. Patio de la casa de la familia
Capuleto. A la derecha, la fachada, de lujosa apariencia. Hay un balcón en el
centro del que sale una luz, como si alguien estuviera dentro. Enredaderas
cubriendo la pared. Un muro a la izquierda.)
ESCENA
I.
(Entran DON QUIJOTE y SANCHO por la izquierda, montados
en un caballo y un asno).
DON QUIJOTE: Observa bien, mi leal
amigo Sancho, pues aquí vive el malvado noble que interpuso aquel ejército en
nuestro camino.
SANCHO: (Un poco harto) Haga el favor, mi señor Don Quijote,
de entrar en razón. Que le repito que no eran hombres, sino un rebaño de ovejas
al que usted atacaba.
DON QUIJOTE: ¿Cómo dices eso? ¿Acaso no
los vistes con tus propios ojos?
(Sale
Julieta del balcón, alertada por el murmullo del exterior.)
JULIETA: ¿Quién anda ahí? ¿A qué
viene semejante alboroto? (Mirando a DON
QUIJOTE y SANCHO PANZA) ¿Quiénes sois vosotros? ¡Fuera de mi casa!
DON QUIJOTE: (Asombrado) ¿Dulcinea? ¿Eres tú?
¡Santa María! ¡Mire su rostro, está mucho más joven!
JULIETA: (Enfadada) ¿De dónde se ha escapado, loco? Ni soy esa tal Dulcinea, puesto me
llaman Julieta, y ni usted debería estar aquí, así que márchese cuanto antes.
(Entra
ROMEO, también por la izquierda, a paso ligero.)
ROMEO: (Dulce) ¡Oh, Julieta! ¡El
brillo de tus mejillas vuelve a resplandecerme! ¡Juro por la luna que…! (Mirando a DON QUIJOTE) ¿Os conozco?
¿Venís a ayudar a Julieta?
JULIETA: ¡Ay,
Romeo! ¿Cómo habéis entrado? ¡Qué importa! ¡Apártate de esos dos, que estaba yo
en mi habitación cuando les he escuchado hablar y todavía no sé a qué han
venido!
(Entra
el SEÑOR CAPULETO con un farolillo en la mano.)
CAPULETO: ¡Por mi vida! ¡Ya sospecha yo
que algo ocurría! ¡Han entrado en nuestra casa! (Gritando) ¡¡Guardias, guardias!!
DON QUIJOTE: ¡Ahora acabo de caer, Sancho! ¡El malvado señor, consciente de que
veníamos, ha contratado una bruja para hacerse pasar por Dulcinea y capturarme!
¿Cómo podría, entonces, rejuvenecer de tal manera?
(Entran
tres GUARDIAS de la ciudad saltando el muro del jardín. ROMEO se esconde tras
unos arbustos y JULIETA vuelve asustada a su habitación.)
DON QUIJOTE: ¡Mira, ahora! ¡Esa bruja acaba de
invocar a tres terribles bestias para que luchen a su lado! ¡Vienen a
buscarnos, mi fiel amigo Sancho!
(DON QUIJOTE espolea al caballo y se encara a los
GUARDIAS con la lanza al frente.
Los guardias consiguen tirarle del caballo y capturan a DON QUIJOTE y a SANCHO.)
Los guardias consiguen tirarle del caballo y capturan a DON QUIJOTE y a SANCHO.)
ESCENA
II.
(ROMEO se reúne con FRAY
LORENZO, su amigo el fraile, en la capilla de la ciudad. Algunas vidrieras al
fondo. Una luz cálida, casi naranja, ilumina la escena.)
ROMEO: ¡Fray Lorenzo! ¡Traigo noticias! Anoche en el patio de
los Capuleto entró un…
LORENZO: (Le interrumpe) No me diga, Romeo. Le
sorprendería saber lo rápido que corren en la ciudad ese tipo de noticias. (Para unos segundos y vuelve a hablar) Y
dime, ¿qué es lo que le ha traído por aquí?
ROMEO: Creo que ese misterioso
hombre podría saber muchas cosas. Parecía un firme enemigo del señor de los
Capuleto, pero a estas alturas ya estará en las mazmorras de la ciudad.
¿Podría…?
LORENZO: (Le interrumpe de nuevo) ¡Dios perdone
el pecado! No voy a involucrarme en esa locura, si es lo que me pide.
ROMEO: ¡Lo
único que deseo es hablar con él!
(LORENZO
sale unos segundos. Vuelve con un frasco en la mano y se lo da a Romeo).
LORENZO: (Casi susurrando) Tome este
elixir y haga que se lo beban aquellos que vigilan la mazmorra. Les hará dormir
y parecerán muertos. Eso le dará tiempo para hablar.
ROMEO: Pero,
¿cómo voy a …?
LORENZO: (Le interrumpe por tercera vez) ¡Cuerpo de Cristo! ¡No lo sé! ¡Engáñeles! ¡Llévelos a la taberna
aprovechando el estatus de su familia! ¡No lo sé!
ROMEO: ¡Dios
os bendiga, Fray Lorenzo! ¡Gracias! (Sale
de la escena).
ESCENA III.
(Mazmorras.
Sala oscura construida de piedra. En la entrada hay unas escaleras que bajan
hasta las celdas. Aparece ROMEO, que ha conseguido infiltrarse.)
ROMEO: (Dirigiéndose hacia la celda de DON QUIJOTE) ¡Sois vos! ¡Necesito hablar urgentemente!
DON QUIJOTE: (Levantándose del suelo) Ah, os dije
que no tardarían en rescatarnos, mi fiel amigo Sancho. (Mira con extrañeza) Un momento, ¿no sois usted aquel mozo del
patio, aliado de la bruja?
ROMEO: ¡Basta!
¡Mi amada Julieta no es una bruja! Tan sólo estoy aquí para saber por qué se
enfrenta al señor de los Capuleto.
DON QUIJOTE: ¡Oh! Así que Julieta es su
nombre… Sepa usted que ese horrible
ser ha adoptado la forma de mi bella Dulcinea para capturarme. Pero no se
saldrá con la suya.
SANCHO: No conocemos a
ese tal señor de los Capuleto, buen mozo. Mi señor está delirando. Llegamos
aquí por error y ahora deseamos escapar de esta celda más que otra cosa.
ROMEO: ¿Acaso es
posible? ¿Está diciendo usted la verdad?
SANCHO: De buena manera.
Se lo he advertido ya varias veces, pero los delirios de mi señor no conocen
límites.
DON QUIJOTE: ¡No se engañe más, Sancho!
¡Esa bruja era igual que Dulcinea! ¡Y ya vio cómo envió a sus bestias para
acorralarnos!
SANCHO: (Ignorando a DON QUIJOTE) Por favor,
buen mozo, ¿podría sacarnos de aquí?
ROMEO: Así
que sólo se trataba un pobre loco… (Decepcionado) Ya que me he aventurado a venir, no
tengo mucho más que perder.
(ROMEO
saca una llave del bolsillo, robada de los guardias, y abre la celda. DON QUIJOTE
y SANCHO salen.)
SANCHO: Que Dios
se lo tenga en cuenta, buen mozo. Nos iremos lo más lejos que podamos.
DON QUIJOTE: Hay que vencer a
esa bruja. ¡A saber qué tipo de trampas habrá preparado para capturarnos de
nuevo, amigo Sancho!
SANCHO: Mi señor Don
Quijote; ahora que sabe que esa bruja sólo es una impostora que se hace pasar
por Dulcinea, no tiene ningún poder sobre usted. La ha derrotado porque sus
engaños ya no son tales.
DON QUIJOTE: Razón no le falta.
ROMEO: ¡Hagan el favor
de irse a otra parte! ¡El tiempo apremia!
(DON QUIJOTE y SANCHO suben por las escaleras que llevan fuera de
las mazmorras. ROMEO escapa detrás de ellos. Voz superpuesta que narra cómo
SANCHO y DON QUIJOTE continuaron sus aventuras con normalidad. FIN)
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