viernes, 13 de enero de 2017

NOVEDADES EN LA BIBLIOTECA

DICIEMBRE DE 2016 ENERO DE 2017



  



El último encuentro, de Sándor Marai (Salamandra)
La extraña, de Sándor Marai (Quinteto)
Fábulas, de Tomás de Iriarte (Penguin House)
Las brujas, de Roald Dhal (Alfaguara)
Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro (Anagrama)
Diario de Sofía: desde el cuarto de baño de chicas, de Rose Cooper (Alfaguara)
Diario desde el cuarto de baño de chicos, de Rose Cooper (Alfaguara)
Más Platón y menos prozac, de Lou Marinoff (sine qua non)
El trío de la dama negra (Sherlock, Lupin y yo), de Irene Adler (Círculo de lectores)
Un mundo feliz, de Aldous Huxley (Plaza y Janés)
De profundis, de Oscar Wilde (Plutón ediciones)
Paradero desconocido, de Kathrine Kressman Taylor (RBA)

jueves, 12 de enero de 2017

POESÍA DE LA SEMANA ( 19 A 23 DE DICIEMBRE)

20 de diciembre, Las abarcas desiertas

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza.
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.


Miguel Hernández, recogido en ¡Navidad, Navidad!, antología literaria



POESÍA DE LA SEMANA ( 13 al 16 de diciembre)

14 de diciembre, Secreto


Ciertamente he pensado muchas veces
que quería morir.
Pero, desde que empecé a escribir poemas,
he recibido el apoyo de muchas personas.
Ahora no me quejo nunca.

Aunque tenga 98 años, me enamoro, ¿sabéis?,
y sueño y deseo subirme a las nubes.

Toyo Shibata, Recoge la luz del sol con las manos