miércoles, 9 de marzo de 2016

Don Juan Tenorio, el mito que una vez más está de vuelta














        El pasado 29 de febrero los alumnos de 4º ESO, 1º y 2º de Bachillerato asistieron en Logroño a la representación de Don Juan Tenorio de Zorrilla.

En un principio, más de uno cuando vio la desnudez del escenario se asustó. En el centro tan solo una caja de mimbre y unas sillas plegables. Los temores fueron en aumento cuando la presentadora anunció que los actores no emplearían ningún tipo de megafonía. A quienes aún recordaban el argumento les desasosegó más todavía que el tabernero del Laurel, Buttarelli, fuera una mujer.

Pero transcurridos unos minutos todo comenzó a fluir. Las soluciones imaginativas de las que el director se valió para sortear el problema del reducido número de actores a más de uno dejó con la boca abierta. Don Gonzalo de Ulloa y don Diego Tenorio estaban simbólicamente representados por sendas capas a las que actrices que a la vez encarnaban a otros personajes daban voz.

Tan sólo durante  la segunda mitad de la primera parte decayó un tanto el interés (el rebullir de los los alumnos --un público exigente--, así lo demostró). No es de extrañar, ya que con tan pocos medios y con tan solo cuatro actores hay que reconocer que es verdaderamente difícil representar con claridad y sin atropello las idas y venidas de don Juan y don Luis Mejía.

Pero todo se encarriló tan pronto como comenzó la segunda parte. La difícil escenografía con la que se abre (el jardín del palacio de los Tenorio donde han sido enterradas todas las víctimas de don Juan) estaba resuelta con una habilidad más propia de las grandes representaciones que de las compañías escolares. La actriz que encarnaba a doña Inés aparecía con la luz a sus espaldas tras un biombo cubierto por un velo transparente y en una posición hierática, lo que la hacía parecer un verdadero fantasma. No es de extrañar que cuando comenzó a hablar nadie pusiera en duda la verdad de los hechos.

Este mismo hallazgo escénico sostuvo también la escena final. Ninguno de los presentes puso en duda la salvación del diabólico don Juan, pues allí estaba doña Inés muerta y, a la vez, enteramente viva librándolo de las penas eternas del infierno, después de haber dado muestras de su desaforado amor al aceptar ante el mismísimo Padre Eterno que o se salva con don Juan o se condena con él.

Al final, todos contentos; doblemente contentos, porque, para acabar, los actores entablaron con los espectadores un diálogo ilustrativo en el que de buen grado respondieron las preguntas que estos les fueron haciendo (todo se diga, una más interesantes que otras). Entonces nos enteramos de que uno de los actores había actuado con Els Joglars, lo que ilustra lo azarosa y, sobre todo, difícil que puede llegar a ser la vida de estos profesionales.

martes, 8 de marzo de 2016

Novedades en la Biblioteca

Desde esta semana disponemos en nuestra biblioteca de un expositor, donde el alumnado del Centro tendrá a su disposición  las novedades y libros seleccionados por los distintos Departamentos didácticos.